Aspecto del Humedal de Bolue y buena parte de la “Vega” tras las inundaciones.
Las fuertes precipitaciones que tuvieron lugar a principios de junio de 2008,
provocaron el desbordamiento de varios cauces fluviales, entre ellos del río
Gobela. De esta forma, sus aguas invadieron los garajes, trasteros, calderas,
etc., de todas aquellas infraestructuras construidas en el dominio potencial de
la “Vega”. El agua fue arrastrando de esta forma gran cantidad de aceites
almacenados, combustibles y otros productos químicos y sólidos que iba
encontrando a su paso. Aguas abajo, el primer punto natural de inundación y
almacenamiento de agua era el humedal de Bolue. El funcionamiento del humedal
como controlador de grandes crecidas fue singular, pero su capacidad de absorción
está actualmente muy limitada debido a la alteración de la propia vega que ha
sido sometida a una reducción casi total de su superficie natural. De hecho el
centro de la inundación fue el humedal de Bolue y fue allí donde se alcanzó un
mayor nivel de agua y donde acabaron gran parte de los residuos tanto sólidos
como líquidos que los ríos arrastraban a su paso. Así, tras la inundación
aparecieron en el humedal contenedores de reciclaje, todo tipo de plásticos,
maderas, ruedas ..., que hubieron de ser retirados y, lo que es peor, grandes
manchas de aceite, carburante, etc. El paisaje en breve recobró su belleza,
pero los daños para su comunidad faunística fueron graves. A raíz de esta
situación dejaron de reproducirse y desaparecieron algunas aves como el
avetorillo o el zampullín, pero quizás la mayor alteración apreciable se
produjo en la comunidad de anfibios.
Éstos
son muy sensibles a cualquier alteración química y física de las zonas húmedas
en las que viven, ya que transpiran por su piel. Así, si previamente los coros
de ranas verdes eran uno de los atractivos del humedal, desde entonces dejaron
de escucharse. Todavía recordamos las dificultades con las cuales nos
encontrábamos al atardecer para realizar los censos de rállidos (rascones,
polluelas…), ya que el ensordecedor sonido de aquellos coros nos impedía escuchar otros cantos...
Rana verde cantando.
Poco
a poco, año tras año, indicando la recuperación progresiva del humedal, se
empezaron a escuchar los primeros cantos de ranas. Aunque no fue hasta el año 2011
cuando algún ejemplar aislado se dejara escuchar. Por fin, en este 2013 se ha
convertido, de nuevo, en un sonido habitual del humedal. Si bien, no tan
potente y ensordecedor como antaño, ya podemos sentarnos a disfrutar de este
sonido y esperamos que su número y volumen continúe progresivamente en ascenso.
Por
ello, no nos queda más que invitaros a disfrutar de este acontecimiento y, así,
poder sentir entre todos...
“ONGI ETORRI BERRIRO IGELAK”-
“BIENVENIDAS, DE NUEVO, RANAS”
No hay comentarios:
Publicar un comentario